Mi primer gran trabajo (grande por
tamaño y dedicación requerida) siendo principiante fue un bolsillero para mi sobrino que, prácticamente,
acababa de nacer.
Se lo vi a una compi y me enamoré, y es que creo que no es para
menos:
Fue un trabajo al que le dediqué muchas horas de cariño y
que me ayudó a llevar con más alegría y entretenimiento una época de mi vida en
la que me tocó viajar bastante. Me dejaba los bolsillos preparados para bordar
el punto de festón de las aplicaciones en los viajes en AVE que casi
semanalmente tenía que hacer. ¡La gente alucinaba en el vagón!
La máquina de coser es una herramienta imprescindible pero a
veces echo de menos un trabajo más de detalle que me exija una labor más “artesana”.
De hecho ahora ando embarcada en otro proyecto que tiene algo de eso y me
relaja muchísimo, en breve espero enseñároslo.
En épocas de trabajos de costura de más envergadura esos
momentos a pequeña escala (más transportables para los viajes, la piscina y la playa
o para matar el tiempo en las salas de espera) me los proporcionan el punto y
el ganchillo. ¡Los viajes transoceánicos son estupendos para tejer bufandas! ;)
¡Buen finde!
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